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miércoles, 9 de diciembre de 2015

TEMAS: LOS SIGNOS VITALES


Para determinar de manera global el estado fisiológico del organismo, se determinan diversos parámetros: la temperatura corporal, el pulso arterial (frecuencia cardíaca), la presión arterial y la frecuencia respiratoria. La medición de estos indicadores sirve para evaluar la actividad de los órganos vitales (cerebro, corazón, pulmones), siendo su control una actividad básica de enfermería.
Consideraciones de enfermería:
  • Realiza un control y registro de las constantes vitales en el momento de admisión de la persona. Estos datos, debidamente registrados en la hoja de enfermería, serán muy útiles como valores basales en las posteriores evaluaciones clínicas del paciente.
  • Siempre debe respetarse estrictamente el horario pautado para el control de cada centro y las indicaciones específicas de casa caso. En ocasiones resulta suficiente con efectuar una medición diaria o en cada turno de enfermería, pero en otros casos, ante situaciones críticas, es imprescindible efectuar un control muy frecuente o prácticamente constante.
  • Siempre debe investigarse si la persona está familiarizada con los procedimientos que deben practicarse. Hay que tener en cuenta que un estado de ansiedad o de temor puede alterar el resultado de las mediciones, por lo que se debe explicar la naturaleza de las mismas para tranquilizar a la persona.
Temperatura corporal:
La temperatura interna del organismo se mantiene prácticamente constante sobre los 37ºC, requisito imprescindible para que se desarrollen con normalidad los procesos metabólicos. Sin embargo, aun en condiciones normales, los resultados de la medición refieren en función del punto donde se toma: la temperatura oral es de 36’5 – 37’2ºC, mientras que la temperatura axilar es algo inferior (0’2 – 0’3ºC más baja), y la temperatura rectal es algo superior (0’3 – 0’4ºC más alta).

Consideraciones de enfermería
  • El control de la temperatura corporal debe efectuarse periódicamente y con los intervalos requeridos para la situación clínica particular de cada enfermo. Si no hay indicaciones precisas, la temperatura basal se registra mínimamente una vez en cada turno; por la noche, si la medición no es indispensable, se tiende a respetar el sueño del enfermo.
  • Conviene tomar la temperatura siempre en el mismo lugar, eligiendo en cada persona una zona en que puedan efectuarse repetidamente las mediciones. Por razones de comodidad e higiene, lo habitual es practicar la determinación en la zona axilar, salvo cuando se trate de niños pequeños o cuando existan situaciones específicas que así lo requieran (amputación de miembro superior, hipotermia profunda…); en este caso se optará por mediar la temperatura oral o rectal.
  • Nunca debe tomarse la temperatura en la boca si se advierte que la persona no puede colaborar o existe peligro de que se rompa el termómetro. La medición en la boca está contraindicada en personas con crisis convulsivas, estado de inconsciencia, desorientación y confusión, administración de oxígeno por sonda nasal, sondaje nasogástrico y enfermedades de boca, nariz o garganta.
  • En los niños pequeños se aconseja tomar la temperatura rectal y siempre al final del resto de mediciones, porque las maniobras pueden provocar llanto y con ello alterar el pulso y la presión arterial.
  • Una vez situado el termómetro, espérese el tiempo correspondiente según sea la zona de medición. Axila mínimo de 5 minutos. Boca mínimo de 3 minutos. Recto mínimo de 3 minutos.
  • Tras la medición, desinféctese el termómetro.
Pulso arterial:
El pulso arterial corresponde a la expansión intermitente que experimentan las arterias cuando circula por su interior la sangre bombeada por el corazón. Se produce a partir de la propagación de los impulsos recibidos por la pared de la aorta en cada sístole cardíaca (frecuencia cardíaca). Se considera que es un buen indicador de la actividad cardíaca, porque las pulsaciones se corresponden con los latidos del corazón. Sin embargo, hay circunstancias patológicas que constituyen una excepción (arritmias) y requieren la debida comparación entre el pulso arterial periférico y el pulso central, determinado mediante la auscultación de la actividad cardíaca con el fonendoscopio en la línea media clavicular aproximadamente en el quinto espacio intercostal izquierdo. En los adultos, el lugar más común para tomar el pulso es la arteria radial de la muñeca. En los bebés, niños pequeños y personas en estado de inconsciencia se suele tomar en la arteria carótida, en el cuello o el pulso central.  

Consideraciones de enfermería:
  • Evítese tomar el pulso con los dedos que tienen pulso propio, como el pulgar y el índice, para evitar confusiones; es preferible efectuar la medición con los dedos medio y anular.
  • No conviene comenzar el recuento inmediatamente, sino esperar unos momentos para que la persona se relaje.
  • Siempre deben aplicarse los dedos en la zona de medición efectuando una presión inicial muy suave; si la presión es fuerte. un pulso débil podría pasar inadvertido.
  • Cuéntense las pulsaciones durante un tiempo suficiente, no menos de 30 segundos, y si se aprecia cualquier irregularidad, durante un mínimo de 60 segundos.
  • Si hay antecedentes de arritmia, a continuación del pulso radial debe determinarse el pulso central.
  • Si la persona presenta una patología vascular periférica, conviene registrar el pulso en ambos lados.
  • Regístrese la medición especificando la frecuencia y otras características, así como el punto de la toma.
Presión arterial:
La presión o tensión arterial (TA) corresponde a la fuerza que imprime la sangre impulsada por el corazón sobre las paredes arteriales y que permite la circulación por todo el árbol arterial venciendo la resistencia periférica. Habitualmente se registra la presión arterial en el brazo (arteria braquial), pero en caso de necesidad (amputación, quemaduras) puede tomarse en el muslo (arteria poplítea).
La medición se efectúa con el esfigmomanómetro y un fonendoscopio; existen diversos tipos de esfigmomanómetro (aneroide, electrónico). El esfigmomanómetro debe tener un manguito adaptado a las características del paciente, lo que corresponde a una anchura equivalente a dos tercios de la longitud del brazo, y una longitud suficiente para abarcar dos tercios de su circunferencia.

Técnica:
  • Explicar la técnica a la persona.
  • Situar a la persona en una posición cómoda y relajada, con el brazo extendido y apoyado sobre una superficie firme.
  • Aplicar el brazal del esfigmomanómetro alrededor del brazo, dejando libre la zona de flexión del codo.
  • Localizar por palpación el pulso braquial y colocar en la zona la membrana del estetoscopio.
  • Cerrar la válvula de aire e insuflar rápidamente el manguito hasta que desaparezca el pulso (180 mm Hg o más si la persona es hipertensa, hasta notar la desaparición del pulso comprobada por la palpación de arteria radial).
  • Abrir la válvula de aire y dejar que el manguito se desinfle lentamente, observando la escala del manómetro y escuchando la reaparición de latidos con el estetoscopio. El punto en que se escucha el primer ruido corresponde a la presión sistólica o máxima. El punto en que dejan de escucharse por completo los latidos o se advierte un ostensible cambio en su nitidez o intensidad corresponde a la presión arterial diastólica o mínima.
  • Desinflar completamente el manguito y retirar el brazal.
  • Registrar la medición en la gráfica de la persona, anotando la presión sistólica y la diastólica.
Consideraciones de enfermería:
  • Si existe alguna duda sobre las cifras obtenidas, debe repetirse el procedimiento.
  • La medición puede llevarse a cabo con la persona sentada o en decúbito, pero asegurándose de que el brazo está situado a la altura del corazón.
  • La presencia de un estado de ansiedad o temor pueden alterar los resultados.
Frecuencia respiratoria:
La determinación consiste en precisar la cantidad de ciclos inspiración / espiración que se producen en el término de un minuto, observando el tórax de la persona para apreciar la profundidad de los movimientos. Además, conviene determinar las características de los movimientos respiratorios, consignando si son laboriosos, superficiales, profundos, etc. En condiciones normales, en un individuo adulto la respiración tiene una frecuencia que oscila entre 10 y 20 movimientos por minuto, es regular y silenciosa, y se desarrolla sin dificultad alguna.
Consideraciones de enfermería:

  • En lo posible, hay que procurar que la persona no advierta la medición, porque cualquier estado de ansiedad provoca notables cambios en la frecuencia respiratoria.
  • La medición se efectúa por simple observación del tórax, pero si los movimientos respiratorios son poco perceptibles, conviene realizar la determinación mediante auscultación con el fonendoscopio en el hemitórax derecho durante un minuto.

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